viernes, 27 de mayo de 2011

¿Cómo nos ayuda el caballo en una terapia ecuestre?


El caballo nos enseña y nos ofrece su aceptación incondicional, sin juicios, nos acepta tal cual, sin importarle nuestro físico, nuestra cuenta corriente, nuestros orígenes, ni nada más de nuestra vida que nuestra presencia en ese momento, nuestra esencia.

Nos transmiten fortaleza, lealtad, libertad, paz, sosiego, el gusto por la vida, simplemente por el estar, no por lo que “somos”.

Nos informa que los problemas que surgen en la relación con ellos siempre tienen que ver con cómo estamos, son el espejo de nosotros mismos, es por ello que tenemos que tener muy claras las cosas antes de interactuar con ellos, nos exigen saber qué queremos de ellos( y antes, de nosotros mismos), estar claros y conscientes, conocer nuestras limitaciones, nuestras carencias, nuestras formas de contactar el mundo en general, nos exigen disciplina y firmeza para poder respondernos y ofrecernos lo que les estamos pidiendo, siendo imposible obtenerlo de otra manera. Nos exigen llevarlos con la cabeza y con el corazón, no con la fuerza.

Nos demandan tranquilidad y relajación en el trato con ellos y respeto de su espacio vital y su ritmo desvelándonos con ello el nuestro propio e invitándonos a respetar el proceso natural de las cosas.

Nos enseñan de la necesidad de los demás y de la vida armónica en sociedad a la vez que de nuestra autonomía y responsabilidad.

Nos enseñan paciencia con ellos y nosotros mismos para llegar a coordinarnos y obtener lo mejor y más sano para ambos en nuestro relacionando.

Nos demandan comunicación a través de nuevos canales lo que nos ayuda a desarrollar nuestras aptitudes y a despertar nuestros sentidos.

Los caballos nos sólo nos aceptan, sino que nos ayudan a aceptar de forma más natural y espontánea a nosotros mismos y a los acontecimientos tal y como vienen, para mantener así un estado lo más saludable posible para nosotros mismos y ya de paso a quienes nos rodean. Nos ayudan a fluir con la vida, con lo que hay, y a dejar de oponernos a las obviedades presentes para así poder superarlas y crecer aliviando y transformando el sufrimiento.


Consultas en caballosterapeutas@yahoo.com.br

Con Gustavo Becerra Pérez fono: 09/ 91690983


Tejiendo puentes entre entre el cielo y la tierra


Posiblemente, una de las más bellas estampas cuyos acompasados y nobles movimientos sólo pueden ser captados y definidos por imprecisos trazos como los de Rodin o de Marée. Desde tiempos inmemoriales, el caballo trota sobre el lienzo de los sueños del hombre; sobre otros lienzos de otro tipo de sueños, acude a él con los ojos abiertos. Así nace el caballo de la tierra, durante la noche: ser tónico, negro, maléfico. Al despertar, se dirige al cielo, durante el día: ser celeste, blanco, benéfico. Ambivalencia total. Asociado al fuego, al agua, al aire, al sol, a la luna. Es la imagen perfecta del inconsciente galopando por el mundo de los deseos. El caballo es montura y destino. Guía en la oscuridad cuando el jinete duerme; es simple cabalgadura cuando el jinete ve. Sustituto de carencias. El caballo despierta la imaginación y también la naturaleza: símbolo de vida y regeneración.Se mueve en la horizontal del pensamiento y la emociones, cabalgando sobre esa linea, nos lleva desdse la profundidad de nuestro espiritu hacía nuestra realidad corporea. Tal vez por eso el caballo es el rostro más perfecto del símbolo. Lo positivo y lo negativo, la vida y la muerte, el todo y la nada, lo celeste y lo terrestre, galopan unidos sobre el caballo blanco/negro del tiempo preciso/implacable.