jueves, 25 de agosto de 2011

EL OTRO, El Caballo y Yo.

Reconocer al otro como un otro legitimo en cuanto otro en coexistencia conmigo es posiblemente la clave de entender una forma de establecer un modo de relacionarnos más humano, más respetuoso y considerado. El “otro” no puede ser separado de la expresividad que lo constituye y es otro en totalidad en la medida que yo lo considero otro en relación conmigo. y yo sere lo que soy, en la medida que el otro me reconoce. Este concepto me ha permitido conocer y ayudar mejor a mis alumnos. pero también me ha permitido establecer un nuevo modo de entender mi relación con mi cooterapeuta, el caballo. Hoy cuando recién se esta hablando de Inteligencia emocional en las personas, ¿qué se sabe realmente de los sentimientos, de los sueños, en relación a los animales?.
En fin, durante siglos nos asignamos Derechos únicos pues creíamos ser los únicos en
tener inteligencia, sentimientos, emociones, alma, etc.,y eso nos permitió y nos permite
seguir realizando todo tipo de aciertos  y también  barbaridades.
Pensamos el caballo como sucede con tantas cosas en nuestra vida, como una posesión, y posesión significa control, algo para manejar a nuestro antojo, que nos de seguridad, una falsa seguridad por lo demás. Pero, ¿qué pasaría entonces, si viéramos a un animal como el caballo como un “otro”, como un individuo? 
Cuando reconocemos al caballo como “otro” la Relación es más posible que la Posesión. La relación como acto transitorio, pero que es el encuentro de dos voluntades, dos expresividades, dos mundos. Esto es mucho más maravilloso y rico. ¿No es eso lo que tanto nos  admira? El caballo cuando se expresa como es: veloz, poderoso,majestuoso, libre... ¿no es ese el mundo en el cual queremos sumergirnos, cuando nos acercamos a él, llenos de amor y admiración?
Para esto debemos partir de la premisa de que la realidad, nuestra realidad es compartida, todos quienes participamos en ella, estamos contribuyendo a construirla, y se transforma en objetividad justamente en su condición de ser por eso mismo compartida, cada uno de nosotros a partir de nuestras capacidades y facultades perceptivo-sensoriales interpretamos esa realidad, utilizando el lenguaje, el simbolismo y los rituales para generar modelos representativos del mundo, de esa realidad. En este sentido, la verdad como un aspecto legitimo y valido de la realidad es la representación que a partir de nuestra experiencia hacemos de esa realidad, de ese mundo en el que habitamos, de este modo la verdad de cada uno, es tan verdad como la  del otro y por ello pienso que cualquier reivindicación de la verdad será un abuso de poder. Por eso el caballo nos conduce por un camino que es trazado y construido en lo relacional. Sólo así la expresividad de dos seres en relación es un aporte constructivo y creativo. Cuando establecemos un modo de relaciones, donde el otro es un legitimo otro en coexistencia con uno y por tanto un individuo pleno en derecho y facultades, hablaremos entonces de complementariedad, colaboración, reciprocidad, desarrollo y crecimiento. Lo que hacemos o hemos hecho hasta ahora es vivir en la posesión, la negación y el control del otro. Esto solo genera desdicha, insatisfacción, miedo y odio. Ello genera dramáticas reivindicaciones, lucha de poder y actitudes desafiantes.Si queremos que el caballo colabore con nosotros y responda a nuestros requerimientos nuestra actitud siempre deberá ser sustentada en el amor, el respeto y la responsabilidad.
En las terapias ecuestres generamos situaciones que conforman un plano de la realidad en donde se establece un espacio compartido con el caballo, que se construye con las certezas que surgen cuando enfrentamos nuestras inseguridades y miedos. Este acto de reconocernos desde la  humildad nos permite modificar y hasta reconstruir  modelos de comportamientos que nos llevarán a establecer mejores relaciones familiares, con amistades, o en el trabajo, en general con todo nuestro entorno.
Y es posible, si nos lo permitimos, comenzar a entender que nuestro ser, la totalidad, no está en nosotros como seres individuales, como unidades, sino que el ser está en la relacionalidad, es la interconexión, el intercambio y la reciprocidad la que permite la existencia plena y satisfactoria.

''Y es que las nociones necesarias para la descripción del mundo (...) permanecerán vacías e inaplicables, si el “Otro” no estuviera ahí, expresando mundos posibles''.(Gilles Deleuze)